Cuando comencé a escribir este artículo, me topé con un artículo que detallaba las distintas fases de la feminidad. Presentaba una lista ordenada de hitos como si toda la experiencia pudiera resumirse en viñetas. Las descripciones eran tan cómicamente específicas que no pude evitar soltar un profundo suspiro de resignación. ¿Quién les dirá a estos autores y a los médicos formados hace décadas que ser asignados como mujeres es mucho menos un estado fijo y más un viaje dinámico y evolutivo de lo que jamás imaginaron?
Tomemos como ejemplo la pubertad. No llega como un reloj para todo el mundo. Los llamados "años reproductivos" suelen describirse como una época de alegría y nueva vida. Sin embargo, para muchas, estos años están llenos de profundas pérdidas, cirugías, dolor y fatiga que se instala profundamente en los huesos. ¿Y ese elegante deslizamiento hacia la menopausia? Por favor. Es más bien como un aterrizaje de emergencia después de la confusa y turbulenta etapa de años conocida como perimenopausia, una fase que puede extenderse a lo largo de una cuarta parte de la vida de una mujer. Durante este tiempo, estamos constantemente jugando al emocionante juego de "¿Es esta emoción real o son solo mis hormonas?". En verdad, es un caos.
¿La sabiduría viene con todo esto? Por supuesto. Pero no es el tipo de sabiduría que se necesita. La sabiduría zen que surge de la paz y la quietud; nace de aprender a confiar en la imprevisibilidad de nuestro cuerpo. Tal vez la lección más importante sea aprender a aceptar tanto las posibilidades como las limitaciones de este cuerpo que habitamos.
No importa en qué punto de la línea temporal de tu vida te encuentres, esta aceptación produce una profunda sensación de alivio, casi como una exhalación profunda. Es la forma más pura de autovaloración, porque a estas alturas ya has visto tu cuerpo en todas sus variantes. Lo has vivido, lo has sentido, lo has sido. Y, si tienes suerte, has llegado a honrar ese viaje. Cuando llegamos a ese punto de autohonor, todas las críticas pierden su poder. Tanto si tu cuerpo tiene hoyuelos como si es delgado, impecable o imperfecto, arrugado o suave, has sido tú mismo en todo momento y seguirás siendo tú mismo hasta el final.
¿Podemos llegar a esta profunda autoaceptación antes de llegar a la mediana edad? Tal vez siempre sea un trabajo en progreso. Me gustaría creer que siempre he respetado cada etapa de mi vida, pero la retrospectiva tiene una forma curiosa de aclarar las cosas. Sobrevivir más allá de la mediana edad ofrece una perspectiva única. No siempre hemos sido amables con nosotros mismos; a menudo hemos exigido lo imposible. Así que comencemos ahora porque, si no ahora, ¿cuándo? Aceptemos que este viaje es diferente para cada uno, pero el vehículo (nuestros cuerpos) son regalos únicos, perfectamente diseñados para nosotros. Valórelo ...